Veinte
héroes
|
|
|
Hacer
ciencia en colombia es de quijotes. mucho más aún
para un grupo de 20 científicos eméritos que
comenzaron su carrera hace medio siglo, en un momento en que la
investigación en el país apenas era incipiente.
esos científicos, que hoy Colciencias y Semana reconocen con
el premio Vida y obra, hicieron patria de una manera menos visible y
tal vez más solitaria que otros
colombianos. a muchos se les conoce más por fuera que
aquí y un ejemplo de ello es maría cristina
Ferro. aunque su nombre no es un referente científico dentro
del público, como sí lo es Rodolfo
Llinás, es reconocida en el mundo por haber descubierto el
mosquito portador de la leishmaniasis. es más, este vector
fue bautizado en honor a ella.
En las historias de estos hombres y mujeres se encuentran muchas
similitudes. casi todos han sido pioneros en muchos aspectos, algunos
porque hicieron parte de la primera promoción de sus
facultades o, como le sucedió a Álvaro Luis
Morales Aramburo, uno de estos científicos
eméritos, porque tuvieron que esperar a que la carrera que
les interesaba abriera sus puertas. la mayoría
permaneció toda su vida en el plantel educativo que lo
formó, lo que muestra que fueron claves en la
consolidación de sus facultades que hoy gozan de renombre
nacional e internacional.
Casi todos vivieron la sensación de ser vistos como bichos
raros porque en aquella época, finales de los
años sesenta, no era usual que un recién graduado
de la universidad se fuera al exterior a hacer una maestría
y mucho menos un doctorado. ellos lo hicieron ante la mirada
incrédula de quienes no en-tendían para
qué endeudarse por un título más.
Pero más extraño aún era verlos
regresar con sus diplomas y sus cabezas llenas de conocimiento fresco.
era tentador quedarse en universidades de renombre internacional que
contaban con todo el apoyo financiero para su trabajo, un panorama
totalmente diferente al de Colombia, donde ellos debían
pelear no solo por recursos económicos sino por
disponibilidad de tiempo que les permitiera dedicarse a investigar y no
solo a dictar clase o desempeñar tareas administrativas.
Pero decidieron volver para fortalecer la investigación en
Colombia. Sabían que si se convertían en cerebros
fugados sus facultades probablemente no saldrían adelante, o
no se consolidarían los programas de magister y de doctorado
que permitieran formar a otros como ellos. como lo dice Luis Fernando
García, “seguramente habría hecho
más cosas, habría tenido más renombre
mundial como científico pero me habría perdido la
satisfacción de ver a un joven convertido en un hombre de la
ciencia”.
Este grupo fue seleccionado por Colciencias y Semana no solo por su
extensa producción de nuevo conocimiento sino por el impacto
que su trabajo ha tenido en la formación de una nueva
generación de investigadores. Es el caso de
Ángela Restrepo, Carlos Dávila, Aureliano
Hernández, para nombrar solo a algunos, que ayudaron a darle
vida a los programas de pregrado, maestría y doctorado en
sus áreas de estudio en diferentes universidades en
Colombia. Otros también han formado científicos
en sus laboratorios, como Manuel Elkin Patarroyo, “que
educó a muchos colombianos y extranjeros sin un programa
doctoral formal”, dice Gabriela Delgado, directora de Fomento
a la Investigación de Colciencias. En el caso de Gonzalo
Sánchez, por ejemplo, sus investigaciones han tenido un
impacto social pues de sus resultados se han formulado
políticas públicas como la Ley de
Víctimas.
Un jurado internacional conformado por Alberto Ospina, primer director
de Colciencias; Jan Marco Müller, de la oficina
científica de la comisión europea; Cristian
Samper, director de Wildlife Conservation Society; Manuel Limonta,
director de la Oficina Regional para Latinoamérica del
International Council for Science; Glaucius Oliva, presidente del
Consejo Nacional de Desarrollo Científico de Brasil y
Félix de Moya, investigador principal del grupo SCImago en
España, fue el encargado de escoger a los siete ganadores de
una lista de 20 finalistas.
En el criterio de selección ellos tuvieron en cuenta cuatro
puntos: su trayectoria (60%), el nuevo conocimiento aportado con sus
investigaciones en su área de estudio (35%), la
formación de nuevos científicos (25%), y las
distinciones y los reconocimientos recibidos por su vida
académica y científica (40%).
La convocatoria estuvo abierta durante más de un mes y entre
los requisitos estaba tener al menos 65 años de edad, 20
años de actividad académica y
científica en una institución colombiana, haber
obtenido un doctorado o el equivalente en producción de
nuevo conocimiento y haber transferido su conocimiento a nuevas
generaciones.
Este ejercicio demostró que la mayoría de
investigadores del país se encuentra en las ciencias
básicas mientras que en la categoría de ciencias
Geo, relacionadas con la tierra, el aire y el espacio, no se postularon
investigadores eméritos por lo cual dicha
categoría se declaro desierta.
Con este reconocimiento que recibieron el 4 de julio en una ceremonia
en Cartagena, Colciencias y SEMANA buscan exaltar ese trabajo.
“Se merecen este homenaje por haber sido pioneros en la
investigación en el país”, dice Paula
Marcela Arias, directora de Colciencias. El premio también
busca promover a los científicos en su propia casa. Porque
no todos los investigadores se quedan en el país como lo
hicieron ellos. Según Gabriela Delgado, 80 por ciento de los
científicos se van hoy a buscar mejores oportunidades en el
exterior debido a que en Colombia no tienen futuro. “Solo hay
ofertas en universidades públicas. En las privadas siempre
está la excusa de falta de recursos”, dice.
También
es importante incentivar la ciencia en áreas vitales para el
desarrollo de Colombia como la ingeniería, la
geología y la salud.
Los retos, por lo tanto, son enormes. Se requiere de continuidad en las
políticas para que se vea a la investigación como
una fuerza de desarrollo; que las universidades, tanto las
públicas como las privadas, tengan más
presupuesto para ofrecer trabajo a los científicos y que la
empresa privada abra espacios para ellos y así se
dé la transferencia de conocimiento a la sociedad. Otro tema
prioritario es abrirle espacios laborales para que puedan quedarse en
el país.
Este homenaje a los pioneros, que abrieron camino con las
uñas y saltaron obstáculos a punta de
obstinación y terquedad, es un primer paso para ese cambio.
El paso siguiente será que Colombia le abra las puertas a
los futuros nuevos investigadores.
Tomado de la Revista Semana,
edición 1679.