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Cali, julio 7 de 2014
OC-No. 287-2014

Veinte héroes

 

 

Hacer ciencia en colombia es de quijotes. mucho más aún para un grupo de 20 científicos eméritos que comenzaron su carrera hace medio siglo, en un momento en que la investigación en el país apenas era incipiente. esos científicos, que hoy Colciencias y Semana reconocen con el premio Vida y obra, hicieron patria de una manera menos visible y tal vez más solitaria que otros colombianos. a muchos se les conoce más por fuera que aquí y un ejemplo de ello es maría cristina Ferro. aunque su nombre no es un referente científico dentro del público, como sí lo es Rodolfo Llinás, es reconocida en el mundo por haber descubierto el mosquito portador de la leishmaniasis. es más, este vector fue bautizado en honor a ella.

En las historias de estos hombres y mujeres se encuentran muchas similitudes. casi todos han sido pioneros en muchos aspectos, algunos porque hicieron parte de la primera promoción de sus facultades o, como le sucedió a Álvaro Luis Morales Aramburo, uno de estos científicos eméritos, porque tuvieron que esperar a que la carrera que les interesaba abriera sus puertas. la mayoría permaneció toda su vida en el plantel educativo que lo formó, lo que muestra que fueron claves en la consolidación de sus facultades que hoy gozan de renombre nacional e internacional.

Casi todos vivieron la sensación de ser vistos como bichos raros porque en aquella época, finales de los años sesenta, no era usual que un recién graduado de la universidad se fuera al exterior a hacer una maestría y mucho menos un doctorado. ellos lo hicieron ante la mirada incrédula de quienes no en-tendían para qué endeudarse por un título más.

Pero más extraño aún era verlos regresar con sus diplomas y sus cabezas llenas de conocimiento fresco. era tentador quedarse en universidades de renombre internacional que contaban con todo el apoyo financiero para su trabajo, un panorama totalmente diferente al de Colombia, donde ellos debían pelear no solo por recursos económicos sino por disponibilidad de tiempo que les permitiera dedicarse a investigar y no solo a dictar clase o desempeñar tareas administrativas. Pero decidieron volver para fortalecer la investigación en Colombia. Sabían que si se convertían en cerebros fugados sus facultades probablemente no saldrían adelante, o no se consolidarían los programas de magister y de doctorado que permitieran formar a otros como ellos. como lo dice Luis Fernando García, “seguramente habría hecho más cosas, habría tenido más renombre mundial como científico pero me habría perdido la satisfacción de ver a un joven convertido en un hombre de la ciencia”.

Este grupo fue seleccionado por Colciencias y Semana no solo por su extensa producción de nuevo conocimiento sino por el impacto que su trabajo ha tenido en la formación de una nueva generación de investigadores. Es el caso de Ángela Restrepo, Carlos Dávila, Aureliano Hernández, para nombrar solo a algunos, que ayudaron a darle vida a los programas de pregrado, maestría y doctorado en sus áreas de estudio en diferentes universidades en Colombia. Otros también han formado científicos en sus laboratorios, como Manuel Elkin Patarroyo, “que educó a muchos colombianos y extranjeros sin un programa doctoral formal”, dice Gabriela Delgado, directora de Fomento a la Investigación de Colciencias. En el caso de Gonzalo Sánchez, por ejemplo, sus investigaciones han tenido un impacto social pues de sus resultados se han formulado políticas públicas como la Ley de Víctimas.

Un jurado internacional conformado por Alberto Ospina, primer director de Colciencias; Jan Marco Müller, de la oficina científica de la comisión europea; Cristian Samper, director de Wildlife Conservation Society; Manuel Limonta, director de la Oficina Regional para Latinoamérica del International Council for Science; Glaucius Oliva, presidente del Consejo Nacional de Desarrollo Científico de Brasil y Félix de Moya, investigador principal del grupo SCImago en España, fue el encargado de escoger a los siete ganadores de una lista de 20 finalistas.

En el criterio de selección ellos tuvieron en cuenta cuatro puntos: su trayectoria (60%), el nuevo conocimiento aportado con sus investigaciones en su área de estudio (35%), la formación de nuevos científicos (25%), y las distinciones y los reconocimientos recibidos por su vida académica y científica (40%).

La convocatoria estuvo abierta durante más de un mes y entre los requisitos estaba tener al menos 65 años de edad, 20 años de actividad académica y científica en una institución colombiana, haber obtenido un doctorado o el equivalente en producción de nuevo conocimiento y haber transferido su conocimiento a nuevas generaciones.

Este ejercicio demostró que la mayoría de investigadores del país se encuentra en las ciencias básicas mientras que en la categoría de ciencias Geo, relacionadas con la tierra, el aire y el espacio, no se postularon investigadores eméritos por lo cual dicha categoría se declaro desierta.

Con este reconocimiento que recibieron el 4 de julio en una ceremonia en Cartagena, Colciencias y SEMANA buscan exaltar ese trabajo. “Se merecen este homenaje por haber sido pioneros en la investigación en el país”, dice Paula Marcela Arias, directora de Colciencias. El premio también busca promover a los científicos en su propia casa. Porque no todos los investigadores se quedan en el país como lo hicieron ellos. Según Gabriela Delgado, 80 por ciento de los científicos se van hoy a buscar mejores oportunidades en el exterior debido a que en Colombia no tienen futuro. “Solo hay ofertas en universidades públicas. En las privadas siempre está la excusa de falta de recursos”, dice.

También es importante incentivar la ciencia en áreas vitales para el desarrollo de Colombia como la ingeniería, la geología y la salud.

Los retos, por lo tanto, son enormes. Se requiere de continuidad en las políticas para que se vea a la investigación como una fuerza de desarrollo; que las universidades, tanto las públicas como las privadas, tengan más presupuesto para ofrecer trabajo a los científicos y que la empresa privada abra espacios para ellos y así se dé la transferencia de conocimiento a la sociedad. Otro tema prioritario es abrirle espacios laborales para que puedan quedarse en el país.

Este homenaje a los pioneros, que abrieron camino con las uñas y saltaron obstáculos a punta de obstinación y terquedad, es un primer paso para ese cambio. El paso siguiente será que Colombia le abra las puertas a los futuros nuevos investigadores.

Tomado de la Revista Semana, edición 1679.

 
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