Conversaciones
sobre la historia del arte: Catedrales góticas
La
División de Bibliotecas de la Universidad del Valle invita a la
charla “Conversaciones sobre historia del arte: Catedrales
góticas - Levedad, ascencionalidad. El triunfo de Dios y de la
luz”, que se realizará este miércoles 22 de octubre
de 2014, a las 6:15 p.m., en el Auditorio Ángel Zapata,
Biblioteca Mario Carvajal, Meléndez.
Esta
charla será impartida por Carlos Esteban Mejía
Londoño, doctor en Historia del Arte de la Università
Degli Studi di Bologna.
Sobre la charla
Aproximadamente, en 1175 d.C., en la Alta Edad Media de Occidente, la
reaparición y el fortalecimiento comercial y cultural de las
nuevas ciudades acompañará la elaboración de una
nueva lingüística arquitectónica particular y, sin
duda, novedosa: el lenguaje del gótico. En esa sociedad burguesa
y gremial, un hombre excepcional propicia el paso definitivo que
señala el final del mundo románico e inaugura la
irrupción del nuevo estilo gótico.
Así es como en en la ile-de-France, Suger, el gran Abad de
Saint-Denis, dará vuelta a la página y literalmente
creará e "inventará" un nuevo lenguaje para la Historia
del Arte y de la Arquitectura. Se apartará de la regla austera
del monaquismo cirterciense de Bernardo de Claraval, y en el
espíritu abierto y áulico de los monjes de Cluny,
logrará sistematizar estética, formal y
tecnológicamente la dinámica originalísima de una
arquitectura que por los trescientos años siguientes
marcará el perfil icónico y espiritual de Occidente.
El
gótico, individualizado y llevado a su concreción
simbólica y constructiva en el paradigma de la Catedral,
será como el santuario para la Grecia Antigua, como la terma
para Roma, como la ópera y la novela para el siglo XIX, como la
orquesta para el siglo XX: encarnará la imagen propia del
sistema en el sentido más profundo y complejo de la belleza y la
creatividad artísticas. El Abad Suger, inteligente y creativo
como pocos, comprenderá y promulgará que Dios es ante
todo luz, brillo magnífico, dinámica inacabable, y que
ello puede y debe celebrarse en la altura y la transparencia, en el
esplendor colorístico de las vidrieras de las catedrales, en la
opulencia y riqueza de sus tesoros. Y entonces, así, desde el
naciente Reino de Francia, el nuevo y excepcional estilo se
difundirá por todo el occidente cristiano, de Chartres a
Colonia, de Reims a Burgos y Sevilla, de París a Laon, de Viena
a Mallorca, y también a Milán. La catedral, pues,
más allá de edificio, fábrica y centro de todas
las artes, de espacio religioso y a la vez comunitario,
reflejará por encima de todo el triunfo de Dios y de la luz, al
lado del regreso a la naturaleza y al mundo de la cotidianidad.